Prometeo y su hermano Epimeteo son, para la cultura clásica, los grandes benefactores del hombre.
Tanto Prometeo como Epimeteo, hijos de un mortal y una ninfa de mar llamada Clímene, recibieron por parte de los dioses del Olimpo el encargo de crear la humanidad y de proveer a los hombres de animales y todo lo necesario para vivir.
Epimeteo comenzó con los animales, dotándoles de características tales como el valor, la fuerza, la rapidez, etc. Sin embargo, Epìmeteo debía crear un ser superior a todos los demás, pero ya no le quedaban virtudes y por ello no tenía nada que conceder, de este modo pidió ayuda a su hermano Prometeo.
Para que los seres humanos fueran superiores al resto de los animales, Prometeo les dio inteligencia y les hizo caminar erguidos. Como don también les concederá el fuego a la raza humana. En este punto el mito de Prometeo y el fuego, presenta una doble variante, para algunos Prometeo entrega el fuego al hombre gracias a una chispa que saltó del carro en el que iba el Sol, por otra parte, según otras versiones, se dice que mediante un engaño será Prometeo quien robe el fuego a los Cíclopes para entregarlo a los hombres.
Sea como fuere, muchos han visto en este hecho una metáfora del conocimiento del hombre, a través de la iluminación de la llama, y su alejamiento del mundo de los dioses. En este punto, obsérvese como según la mitología clásica no es Zeus quien crea el hombre, es Prometeo, esta función en el concepto cristiano se reviste de importancia y de liturgia a través de la figura del propio Dios, creador de las cosas, de los animales y de las personas. Por otra parte, con la entrega del fuego a los hombres, elemento sagrado en la antigua Grecia, según muchos, se les está revelando el misterio del conocimiento y la sabiduría. Metafóricamente, la luz permitirá ver en la oscuridad de su nacimiento las posibilidades que, a través de la inteligencia le brinda a la humanidad, el desarrollo de las artes y las ciencias.
El castigo de Prometeo
Es por ello, por la entrega del fuego a los hombres, por lo que Zeus monta en cólera contra Prometeo. Por ello el dios de todos los dioses del Olimpo, manda a su hijo Hefesto que cree una mujer a partir de arcilla, como castigo para el propio Prometeo. Una mujer, la primera de todas, llamada Pandora.
Nótese en este punto como el origen del hombre es el mismo tanto en la mitología griega como en el dogma cristiano, ya que Adán fue creado desde el barro, también y, por otro lado, el tratamiento negativo e infame que se da a la condición de la mujer en este tiempo.
Por su parte, el propio Prometeo, quizá en un alarde de arrogancia e inteligencia osó a engañar al propio Zeus. Dice la mitología que transcurrido un tiempo mató un buey. En un lugar dispuso las entrañas (auténtico manjar en la época) cubiertas con el vientre y deshechos del animal y en otro lugar los huesos tapados con la piel. Prometeo dijo a Zeus que optase por la piel o los deshechos a lo que éste, como Dios optó por la piel, pensando que debajo estarían las apetecibles entrañas. Cuando descubrió la burla, Zeus encerró a Prometeo en una gruta del Caucaso donde un ave devoraría sus entrañas durante mil años, pero sin provocarle la muerte.
Concluiremos diciendo que muchos han visto una clara analogía entre Prometeo y el Angel Caído del cristianismo. La arrogancia, la iluminación, la primacía del ser humano frente al dogma teológico, el revelarse contra Dios, o incluso el engañarlo; son rasgos asumidos en la figura de Prometeo que perfectamente asimila el Lucifer de los cristianos (etimóligicamente, Lucifer, significa aquel que porta la luz, quien lleva la iluminación.)
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