La alquimia en distintas épocas, vinculada con la transmutación de la materia y sus estados, es también un camino espiritual de conocimiento y perfeccionamiento de uno mismo.. Al respecto de esta ciencia o pseudo ciencia esotérica, como lo definen algunos, ya se han comentado algunas directrices principales en anteriores artículos. Nos centraremos ahora en su repercusión de esta controvertida manera de hacer ciencia y entender el mundo.
Aún hoy la alquimia sigue siendo un misterio. Son muy pocas las personas capaces de tener acceso al conocimiento alquímico, ya que se concibe como un secreto hermético y poderoso, solo al alcance de unos pocos.
Los autores e ilustradores de textos y libros impresos eran siempre eclépticos, ellos reunían y transformaban las palabras y las imágenes para que se convirtieran en símbolos secretos para nombrar las sustancias químicas y los procesos. Mediante un estudio cuidadoso y con perseverancia el maestro identifica las sustancias necesarias para su trabajo y reconstruye el orden de los procedimientos en el laboratorio. Esta tarea supone un reto que tiene una vigilancia constante y la entrega de toda una vida.
Sin duda a la alquimia en distintas épocas se conoce básicamente, por su búsqueda de convertir el plomo en oro; nada más lejos de la realidad. La alquimia es un proceso de conocimiento y reconocimiento de uno mismo en su obra y una trascendencia a través de sus logros. Quizá es por el gran número de fracasos conocidos y el hermetismo en cuanto a logros y bases de esta ciencia que, desde antiguo, se compara al alquimista con la locura. La representación más icónica es la de un alquimista pobre en su laboratorio, rodeado de manuscritos y extraños utensilios.
Evolución de la alquimia en distintas épocas
Será en los Siglos XVIII y XIX cuando de una manera u otra, la alquimia mayor relevancia tenga. Se observa por el gran número de textos y manuales editados, intentando explicar las bases y los conceptos de esta antigua ciencia
Es cierto que los grandes filósofos del XIX dieron una nueva dirección al curso de la ciencia, poniendo mayor énfasis en la razón y en la evidencia empírica, relegando a la alquimia a un plano discreto y del todo hermético, reservado para unas pocas logias y sociedades secretas.
A finales del S. XIX, el renacimiento del ocultimos reavivó el interés por muchos de los antiguos senderos de sabiduría espiritual, incluida la alquimia. Esperando poder alcanzar aquellos misterios con el mundo moderno, escritores, artistas, científicos incluso ocultistas comienzan una nueva evaluación de la tradición alquímica.
En el S. XX, psicoanalistas como Herbert Silberrer y Carl Jung utilizaron la alquimia como un modelo para el desarrollo psicológico humano. Escondido tras las desconcertantes y cripticas descripciones en viejos libros está el hilo de continuidad del propósito más espiritual de la alquimia. La creación del oro es algo baladí y sin valor alguno, ante la búsqueda del conocimiento de uno mismo y el perfeccionamiento personal que empieza cuando la alquimia se dedica a la obra.
Según una máxima alquímica, cuanto más se lucha con el proceso alquímico, con sus inevitables triunfos y sus desilusionantes fracasos, más llega uno a entender el propio YO. La materia Prima, la Piedra Filosofal y el alquimista, en última estancia, todo son distintas partes de un solo concepto; porque la alquimia es un camino, ya lo hemos dicho, hacia el interior de uno mismo a través de la obra y el estado de los elementos.
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