Para la mentalidad vikinga, la concepción del mundo para un vikingo y el universo era representado un gran árbol llamado Yggdrasil que hundía sus poderosas raíces hasta la el mismo centro de la tierra. Entre sus raíces se ubicaba el mundo oscuro de Hel y en éste inframundo, además de las almas de aquellos que no habían combatido o habían contravenido alguna norma vikinga, existían las Nornas, tres ancianas (como las parcas griegas), las cuales tejían un gran tapiz que era el destino y los acontecimientos mismos de la vida. Estas ancianas empleaban los hilos de todas las vidas, cuando alguien moría, se cortaba el hilo. Los seres humanos vivían en el troco del gran árbol Yggdrasil, en un lugar llamado Midgard, en el otro extremos del árbol vivían aquellos dioses negativos y seres como íncubos, enanos y otros seres malignos.
Según la concepción vikinga, estos seres malignos querían invadir el lado de los buenos y menesterosos. Está escrito que el destino llevaría a ambos bandos (el lado del bien y de la luz, contra el lado del mal y de las sombras) a una gran batalla comandada por Odín y todos los humanos, por un lado y, por el otro, por demonios oscuros como Hel, Surtur, Loki, etc. La batalla será cruenta, según cuenta los escritos sagrados vinkingos. El momento del encuentro será cuando las crías de Fenris, un monstruo antiguo de dos cabezas, devorasen al sol y la luna y el invierno cayese sobre el árbol que soporta toda vida y toda concepción de vida vikinga.
Hasta que eso ocurriese, serían los Aesires quienes protegiesen Midgard, el lado de los buenos. Los dioses vivían en Asgard, la copa del árbol.
La concepción del mundo para un Vikingo
Toda esta información se ha obtenido de antiguas inscripciones en piedra y runas que se han conservados, ya que los vikingos no conocían la escritura tal cual la entendemos nosotros. Es con la llegada del cristianismo, ya en época tardía, cuando empiezan a proliferar textos escritos, siendo todos ellos una adecuación de tan rica cultura e imaginería a los preceptos del cristianismo. Otra fuente más o menos importante que permite el acercamiento a la cosmogonía vikinga proviene de distintos mercaderes que tuvieron la fortuna de no sucumbir ante el ardor guerrero de este pueblo nacido para la guerra el cual, aún hoy, sigue rodeado de un extraño manto de misterio y desconocimiento.
Los restos arqueológicos también han ayudado a esclarecer alguna información sobre el culto a sus dioses y la relación de estos para con su pueblo. En la actualidad se han encontrado todo tipo de objetos y animales en los lechos mortuorios de los vikingos: desde caballos y reses hasta espadas y algunas joyas, ello, una vez más indica la gran convicción de este pueblo y esta cultura con la existencia de otra vida después de la muerte. Encontramos de nuevo gran paralelismo con otras culturas antiguas como la egipcia, donde también se enterraban a sus faraones, para la otra vida, con todo tipo de abalorios y objetos. Es curioso cómo, en principio, si nla existencia de ningún contacto entre pueblos como el vikingo y el egipcio, presenten tantas afinidades en sus formas y costumbres fúnebres.
Se observa, por otra parte una concepción de la divinidad en la mediada de la propia fuerza, de la propia brutalidad. En este pueblo, paulatinamente, se va viendo como elementos negativos, como la propia muerte, se van asociando al frio, a la oscuridad, a los inviernos y al propio Norte, morada del frio eterno y eternas noches. Por otra parte, para ellos el bien simbolizaba el sol, lo cálido y, en definitiva, aquello que hacía más agradable su existencia.
Y hasta aquí lo que era la concepción del mundo para un vikingo y cómo se ha transmitido hasta nuestros días.
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